jueves, 18 de febrero de 2016

Helados, acaparadores y pantalones ceñidos

A la única Ivee que tengo en todo el planeta tierra
Podría ser noviembre o agosto, o cualquier otro mes... de todos modos la realidad no cambia en dependencia del mes. Es la que es, sin mucha vuelta aunque nos pese o nos abrume más de lo acostumbrado cuando también el frío llega para recordarnos que todo calor humano puede ser insuficiente. Aquel era de coco, por suerte. Si llega a ser de chocolate ahora mismo no escribiría con tanta valentía porque el chocolate en mi vida es otra cosa, una muy sagrada y con esas no se juega. El caso es que nos quedamos sin helado y no viene al caso enunciar porqué, la avaricia, la mediocridad y la miseria se dieron la mano hoy y conspiraron en nuestra contra para que las calorías de más no vinieran a ahogarnos la fiesta de los pantalones ceñidos porque todo el mundo sabe que más ceñidos, los míos, serían un dolor de cabeza. Haciéndole el favor a mi ayuno forzado de hace unos días, el destino quiso que hoy me quedara sin helado. Así procuro un consuelo que no me alcanza para darle un poquito a Ivee que enseñó un alter ego suyo desconocido para mí, pero que saca los colores hasta a los más acaparadores aunque bien se sabe, ellos están preparados para mostrar sus diferentes caras según sea el caso.

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