miércoles, 3 de febrero de 2016

Esto es la vida

En lo más hondo quiero creer que la gente pasa a mejores lugares, que la vida no puede ser solo este ir y venir de llegadas tarde y de tanta incongruencia. Tiene que ser más por el bien de todos, por la salud emocional de quiénes esperamos el arco iris después de la tormenta y nos adormecemos con la música de las olas no por cansancio y sí por nostalgia. Normalmente a estas alturas cualquiera puede, está apto de acuerdo a normas y estándares sociales para tener a su cargo la guarda y el cuidado de un menor. Pero ¿Cómo puede alguien ocuparse de un niño siendo que todavía precisas atenciones, de todas las naturalezas? Cierto, son 26 a mis espaldas, no tengo muchas justificaciones que puedan exonerarme. Recientemente he descubierto que en un momento la vida empieza a ser de lo más parecida a una espiral de silencio. Volvemos a ser niños en un supremo instante que nadie sabe, puede ser ahora o puede ser más tarde. Hay melancolía en todo esto, con resignación asegurada. No existen certezas de mañana y esa pudiera ser la mejor parte que cada instante puede ser tu legado aunque no actúe, yo tampoco, en consecuencia con la responsabilidad que implica dejar a mi paso un recuerdo. Me gustaría soñar que voy a ser más responsable en cuanto a mis expectativas e incluso sobre mis sueños. No quiero caer en el sinsentido o en el absurdo de ponerme a esperar la madurez posible porque en sí misma ella exige mucho esfuerzo.

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