lunes, 28 de octubre de 2013

La novia de Camilo

Hace unos años conocí a una señora que decía haber sido novia de Camilo Cienfuegos. Viajaba a mi lado en el tren hacia Isabela de Sagua. Su cabello sucio y despeinado me dejó otra impresión. En ocasiones solemos juzgar por apariencias, por lo que vemos a simple vista aunque en mi caso unos cristales de poco aumento (por suerte, todavía de poco aumento) tengan que corregir mi falta de visión. Lo repetía como una letanía insoportable y yo reía para mis adentros, amargamente, sin creerme el sueño de ella. Ahora que lo pienso quizás ella misma necesitaba ardientemente creerlo, seguramente de haber vivido en 1959 yo misma estaría entre las que desearon ser su novia. Tan jaranero, galante, varonil con aquel sombrero, con aquella barba… No estoy muy segura de que el idilio se repitiera en el momento de su desaparición. Cuando la anciana del tren, de haber sido su novia, quedó sin un cuerpo que velar, sin una tumba que escuchara sus lamentos. Camilo tuvo el final esotérico que su vida no fue: tenía 27 años el día de su desaparición, ¡27 años! Ella necesitaba que yo creyera en su sueño, fue cruel de mi parte no hacerlo. Ahora mismo necesito que alguien crea en los míos, la entiendo perfectamente cuando camino todos los días por las mismas calles que pronuncian a gritos y a veces con pausas prolongadísimas que tú me faltas.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Ciberamigos

Conocí a Luis Antonio gracias a la magia de Internet . La verdad, aún lo conozco solo por esa vía; aunque ya he visto su letra. En nuestra primera ciber-conversación prometió un regalo y ¡qué regalo! Mandó vía correo postal dos ejemplares ilustrísimos de la Literatura Latinoamericana. Todavía no le agradezco suficiente que pudiera enviar Crónica de una muerte anunciada de mi Gabo querido y La casa de los espíritus de Isabel Allende. Allí conocí su letra en una nota que dejó para mí. Su historia, al menos en Cuba, parece de película. Adoptó a una niña en China que se llama Yuan. Me ha contado que aunque muchas familias cambian los nombres de los niños que adoptan. Él y su esposa decidieron preservar el de la pequeña. Me explica que era lo único que tenía, ¿cómo iban a quitárselo? Ahora a la pequeña Yuan le encanta su nombre, en un país donde todos tienen nombres de adultos como España, Yuan suena original. Ahora que la madre patria está en crisis mi amigo Luis Antonio y su esposa son de los pocos afortunados que todavía tienen empleo. Él trabaja de chofer en una guagua que recorre casi todo Madrid; ella es educadora infantil: trabaja con niños de 0 a 3 años. En su luna de miel vinieron a Cuba, allá por el año 2001 cuando exigíamos el regreso de Elián González. Visitaron muchas escuelas y quedaron tan prendados de esta ínsula que han prometido regresar.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Beatlemanía... sin posibilidades de retorno

El nombre pudo haber sido otro... la catarsis en la fanaticada no surge por la pegada de un nombre y en este caso el detonante fue la conjunción allá en la apartada Liverpool y el lejano 1962 de cuatro talentos musicales. Todavía siguen ganando adeptos. Al menos una vez hemos tarareado sus canciones. He pensado que probablemente estos ingleses hayan vendido su alma al diablo a cambio de seguir siendo escuchados. No lo hicieron antes y ahora tampoco, irrumpen sin previo aviso. Este 9 de octubre lo utilizo como pretexto para festejar juntos el cumpleaños 73 de John Lennon, a quien una bala asesina trató de eclipsar, como si la luz se apagara, como si los soñadores murieran para siempre... Le propongo obviar este detalle, suponga que en el caso de Lennon y Harrison simplemente fueron convidados a tocar en el firmamento para que en otros mundos también conozcan su música. El nombre no fue lo más importante, lo trascendente y monumental estuvo en la feliz idea de conjugar sus voces, sus instrumentos; para dejarnos por generaciones susceptibles al contagio de ese fenómeno musical que alguien denominó Beatlemanía y que no admite posibilidades de retorno.