lunes, 28 de octubre de 2013

La novia de Camilo

Hace unos años conocí a una señora que decía haber sido novia de Camilo Cienfuegos. Viajaba a mi lado en el tren hacia Isabela de Sagua. Su cabello sucio y despeinado me dejó otra impresión. En ocasiones solemos juzgar por apariencias, por lo que vemos a simple vista aunque en mi caso unos cristales de poco aumento (por suerte, todavía de poco aumento) tengan que corregir mi falta de visión. Lo repetía como una letanía insoportable y yo reía para mis adentros, amargamente, sin creerme el sueño de ella. Ahora que lo pienso quizás ella misma necesitaba ardientemente creerlo, seguramente de haber vivido en 1959 yo misma estaría entre las que desearon ser su novia. Tan jaranero, galante, varonil con aquel sombrero, con aquella barba… No estoy muy segura de que el idilio se repitiera en el momento de su desaparición. Cuando la anciana del tren, de haber sido su novia, quedó sin un cuerpo que velar, sin una tumba que escuchara sus lamentos. Camilo tuvo el final esotérico que su vida no fue: tenía 27 años el día de su desaparición, ¡27 años! Ella necesitaba que yo creyera en su sueño, fue cruel de mi parte no hacerlo. Ahora mismo necesito que alguien crea en los míos, la entiendo perfectamente cuando camino todos los días por las mismas calles que pronuncian a gritos y a veces con pausas prolongadísimas que tú me faltas.

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