lunes, 9 de diciembre de 2013

La muerte es un cuento

He asistido a un entierro sin muerto. Un niño sin nombre hablaba de lo importante que había sido en su vida, los adultos (sus familiares creo) le acompañaban en el sentimiento. Al principio creí que imitaba a alguien, que interpretaba algún papel de otro. Los niños !tantas veces imitan! Los adultos también ahora que lo pienso. En fin, el pequeño lloraba sin lágrimas frente a un pequeño bultico de tierra. No pude quedarme hasta el final, además no había sido invitada, la reja impedía el paso y yo apurada a coger el P-1. Creo que aquel niño despedía el duelo de un gato o de otro animal de compañía. Parecía un juego pero era algo muy serio. Rememoraba (hasta ahí pude oír) los mejores ratos a su lado, los instantes tristes cuando ¿el gato? ¿el canario? habían trocado su lamento en goce. La despedida del niño era de las más sinceras que he presenciado, no era una letanía insoportable suplicando al que se va, era como si en la vida real el que se iba quedara... como si la muerte fuera un cuento mientras perdurara el recuerdo nítido de lo que había sido.

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