martes, 21 de octubre de 2014

En el secreto de la rosa: TE QUIERO

Como al eslabón perdido, en un acceso de cólera Darwin nos encontraría o terminaría por aceptar al cristianismo, del modo conformista en que acepto que te has ido. A otras galaxias que se alejan de mi día a día. Me alegro de que te pierdas la contaminación de las guaguas y la lluvia impertinente que me cae en la cara, incluso dentro de la guagua, mientras te extraño hasta llegar a lo absurdamente mediocre que resulta de cuando extrañas a quien no está. Por más que yo quiera nunca podrás regresar, pero te quedas en todos lados y aquí, tan adentro y tan en serio que se me acaban las palabras. Imperdonable que me pase, soy periodista abuelo, o al menos hago el intento. Te quiero alto y lo digo sin mirarte a los ojos, no porque mienta, sino porque no te veo. Me doy cuenta de que me faltas sobre todo cuando intento (y muchas veces fallo) ser el reflejo de lo que querías. Ahora conozco el secreto de la rosa, soy responsable por lo que querías que fuera.

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