martes, 7 de enero de 2014

Mi Lawton personalizado

Cuando escuché hablar de Lawton, rebusqué en los lugares más secretos de mi (des)memoria, que a veces parece centenaria. En uno de los lugares más secretos recordé que Camilo Cienfuegos había nacido allá y si no lo hubiera rememorado, de todas formas una señora que viajaba a mi lado en la guagua (ruta 174) se encargó de refrescármelo con su sarcasmo: - “Si Camilo viviera, el transporte para Lawton estaría mejor”. - Señora, no sea ingenua.- replicó alguien a quien no habíamos incluido en nuestra charla y argumentó: “Camilo no viviría en Lawton”. Ella sonrió irónicamente y comenzó a lanzar maldiciones en voz queda dirigidas los que se meten en conversaciones ajenas, que en sus tiempos eso no era así, que la educación se ha perdido y otras muchas cosas que ya no tienen que ver con esta crónica. Ahora que al parecer voy a vivir en Lawton alterno caminos para llegar a casa todos los días. La barriada está llena de contrastes. De un lado populosas calzadas, del otro: solitarios caminos que no conducen a Roma, por más que cierre los ojos y trate de imaginar en alguna parte un fastuoso coliseo. Hay un Lawton en Oklahoma que debe alejarse, por lo frío digo, del calor humano que respiro en el de Diez de octubre. Gracias a Google, ¡!!tan fantástico él!!!! me entero de que aproximadamente a seis kilómetros del epicentro habanero se encontraba la finca de Don Fernando Batista. Su secretario, de apellido Lawton, lo convenció para que vendiera sus terrenos a la Compañía de Ferrocarril. Con la comisión que ganó por esta venta, adquirió las fincas que colindaban con lo que es hoy la calle B, (cerca de mi casa por cierto) y estas pasaron por el proceso de ¿urbanización? favorecido por la compañía de tranvías. No me quejo, Lawton no es el fin del mundo. Al menos está en La Habana ¡!caballeros!!

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