viernes, 14 de noviembre de 2014
El triste placer del conforme
Tú conoces mis defensas y a propósito derrumbas mis barricadas
Te enseñé a hacerlo, de las muchísimas formas en que ya podías
Me quedo con tu sonrisa y con el halo sudoroso de tu sexo
Halo de estrella que eterniza todo, catapultándonos al cielo
Mi boca no era más mía en mis realidades diarias
Resbalo por tus caderas y te beso los sueños,
Me muerdes los labios con ningún permiso
Me atas y envuelves, sucumbo a todo, me rindo a todo
Entrego el cuerpo, perdida y ciega
Sin vernos, viendo nada, sigo tu luz.
Ofreces poco y mi hábito conformista se acostumbra.
Nadie habló de anhelos, nadie prometió
Luego vino el fin, acompañado de lágrimas
A sorbos primero, a cucharadas
Sin previo aviso y como pandemonium
Quedaste detrás de mi puerta
Empecé a odiar tus manos, causantes de mi delirio
Me odié a mí misma, maldiciendo fechas
Adivinaste caídas; dijiste: “luego”… y dolió.
Ahora todo se ha ido, espero
Al lugar lejos donde quedan los sueños que no fueron
Pregunto todo el tiempo: ¿Dónde es eso?
El aire se enrarece por tu adiós definitivo
Interrogo al viento, sobre posibles paraderos
Y me concentro en detalles, posibles pistas
Sobre enterradores de recuerdos.
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